Me declaro culpable de amor.
Enamorada al borde de la inconsciencia. Ausentemente presente al acto.
Me enamoro, lo sé y me gusta. Y sólo ando esperando que la vida se descuide y me deje un huequito para volver a enamorarme a sus espaldas. Para sentir de nuevo esa sensación de ceguera, de desborde, de vértigo, como quien camina por la cornisa.
Me gusta vivirlo todo. En cada neurona, hormona, molécula y átomo.
Cantar canciones de amor a gritos, y gritar que el amor me ha dado una nueva canción.
Que mis miradas se pierdan ahí, que se note.
Que el mundo se entere que caí por puro masoquismo ideal. Por una resistencia fuerte y firme a dejar de creerte. A ti como amor, a ti como tú, o como vos. A ti como eso que me mueve el alma y me la hace chiquitica cada vez que se le antoja.
Que me hace llorar fácilmente, tan fácil que ni yo misma me lo creo. Como no creo a veces que esto me haga bien. Y pienso, y analizo, y vuelvo a hablar de amor como eso.
Al final siempre es mi culpa, y mis ganas de vivir contigo.
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